Se había creado tal tensión en EEUU y por contagio en el resto del mundo que hacía falta un aliviador, alguien que tomando el mando se mostrara confiado en llevar el barco para sacarlo de las aguas agitadas a un mar al menos algo calmo. Eso fue lo que se votó y los que no votamos pero atendíamos, era lo que esperábamos.
Como un catalizador de la sociedad convulsionada, Obama conjuga la esperanza del mundo, el sentir común. Todos estamos, por deseo, con Obama.
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